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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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23-05-2012

 

 

 


 

 

 


Las relaciones entre Argentina y Uruguay

SURda

 

 


 

 

Julio A. Louis

 

 

Las relaciones entre Argentina y Uruguay mantienen continuidad histórica, con elementos comunes a las habidas entre naciones de desigual poderío. Analizarlas implica definir el rol de Uruguay en el concierto regional e internacional desde la perspectiva de los trabajadores y del bloque de clases entretejido en su torno.

 

Como ha indicado el Canciller argentino Timerman, está en riesgo la unidad del MERCOSUR y, agregamos, del proceso de integración de “Nuestra América” extendido a la UNASUR y al CELAC. La Unión Europea sondea y pretende tratados con el MERCOSUR sin Argentina, acto tan divisionista e inadmisible como sería la pretensión del MERCOSUR de firmar un tratado con la Unión Europea sin Francia u otra de sus naciones. Pero no sólo es la UE la interesada en minar al MERCOSUR. Lo es el conjunto del bloque conservador de la gran burguesía comandado por las trasnacionales. Uno de sus más significativos representantes políticos de Uruguay, el Dr. Julio M. Sanguinetti juzga que “quedamos prisioneros de Argentina por error de Vázquez”. ¿Cuál sería este error? “Vázquez tuvo en sus manos un TLC con Estados Unidos y él mismo dijo que el tren pasaba una sola vez. Después por la negativa del Frente Amplio desistió del TLC y ahí quedamos prisioneros del MERCOSUR y en particular de Argentina.” ( “El País”, 15/4/2012). Sanguinetti, Lacalle, Jorge Batlle o Bordaberry prefieren ser “liberados” por un TLC con EE. UU. que enajene por décadas la soberanía nacional y explote aún más a sus pueblos. Las posiciones trasuntan la lucha entre dos bloques de clases, aunque en el borde derecho del alternativo-popular, haya señales de capitulación.

 

Un rasgo típico del capitalismo es generar un desarrollo desigual entre las naciones metropolitanas y las colonias, semicolonias y naciones periféricas. No obstante, ese desarrollo desigual no se limita exclusivamente a ellas, sino que se extiende a lo largo de una cadena a través de centros regionales y locales. Desde el más apartado productor de la periferia del sistema hasta los capitalistas de las metrópolis, en los eslabones de la cadena la riqueza va quedando en manos de las clases propietarias (latifundistas, industriales, banqueros, comerciantes). El cuero de un animal pasa del peón que faena al estanciero, y luego a las curtiembres, transportistas, despachantes de aduanas hasta la compañía extranjera, aumentando el valor y la apropiación de plusvalía. En general el desarrollo desigual significa expansión acelerada de las ciudades y estancamiento de las zonas rurales. Y en la cadena hay eslabones, centros económicos y mercantiles, o bien naciones, que operan como “metrópolis menores” al decir de Vivian Trías. En nuestra región-desde la colonia- Buenos Aires oficia de metrópoli y Montevideo de “sub-metrópoli”, lo que se manifiesta en la lucha portuaria como en otras habidas entre ambas, así como en las resistencias que ellas generan en sus naciones.

 

Las “metrópolis regionales” –o si se prefiere llamar en la región, las “hermanas mayores” (Argentina y Brasil) han actuado generalmente como explotadoras económicas, opresoras políticas y alienantes culturales. Lo han sido a lo largo de los siglos, desde el simple despojo territorial a la inundación de programas televisivos degradantes. Con la presencia de los gobiernos progresistas –que frenan (no siempre) las apetencias del bloque conservador- las hermanas mayores oscilan entre la prepotencia consuetudinaria y la protección hacia las menores (Bolivia, Paraguay, Uruguay). En contrapartida es saludable que éstas no se presten a planteos ruines, como pretende la derecha al cuestionar el acuerdo de intercambio de información tributaria entre Argentina y Uruguay. Y es en la correcta ubicación ante esta contradicción entre naciones, que radica la inteligencia de todas, en especial de las menores. Bien escribe el Prof. Ulises Pivel Devoto: “En el mundo moderno el que se aísla está condenado a morir. Pero el país que adhiere a soluciones integracionistas sin noción cabal de sus valores está expuesto a diluirse, a convertirse en un apeadero o en una colonia de vacaciones de los Estados vecinos"

 

 

 

 

 

 

 

 


 
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